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Servir a los demás

Actualizado: hace 2 días

Cuando servimos genuinamente y con el corazón las necesidades de los demás desde nuestra única y especial manera de darnos, haciendo lo que amamos, nuestra vida cobra mucho más sentido y se torna más valiosa y satisfactoria, mejorando la percepción que tenemos de nosotros mismos en valor, imagen y estima. Amigos, apliquen lo anterior a sus vidas cuanto antes, no se lo pierdan por más tiempo. Inicien de a poquitos y vayan ampliándolo cada vez más, no se afanen y sean persistentes. Olvídese del egoísmo, no nacimos para ser el centro de nuestra vida. En la medida que movemos el epicentro de nuestra vida y la ponemos al servicio de los demás vamos a descubrir sentimientos, dirección, felicidad, satisfacción, gozo, paz y muchas otras cosas lindas con las que hemos soñado.


Con lo anterior no quiero decir que debemos ser complacientes con las personas, tratando de agradar buscando su aceptación o afecto. La complacencia es una forma de apego que solo evidencia que hay vacío en la persona que lo práctica, sobre todo afectivo o emocional, la mayoría de las veces albergado en el inconsciente. El complaciente sufre mucho, pues nunca percibe que sus esfuerzos son retribuidos y se frustra y desgasta en gran medida. Además, los complacidos tienden a no valorar y muchas veces ni se dan cuenta de los esfuerzos que hace el complaciente. La complacencia es una forma de apego que necesita trabajarse con ejercicios continuos de autoconciencia, reflexión y terapia conductual.



Dejando claro que darnos a los demás es muy diferente a ser complaciente con los demás también quiero añadir que para darnos a los demás, sobre todo a personas en necesidad de nuestros talentos, no necesitamos mucho, solo necesitamos disfrutar nuestros talentos y lo que amamos y decidir hacerlo, ser intencionales. La pasión de hacer lo que nos gusta nos lleva automáticamente a hacerlo y darlo con una cuota extra de pasión y emoción que lo hará único, valioso y valorado. Lo más impresionante de darse a los demás es que siempre todos ganan, pero gana más el que da. Gana autovaloración, autoestima, autoimagen, experiencia y relaciones, puede ser el inicio de algo muy grande cuando se entiende el gran secreto de darse a los demás. El que recibe, recibe tiempo, dedicación, entusiasmo, aprendizaje y energía; todo lo que le ayudará a sentirse una persona amada y valorada, puede ser un gran nuevo inicio, un chispazo de esperanza.


Muy importante que se den cuenta que no estoy diciendo que darse a los demás debe ser un ejercicio transaccional donde interviene o no el pago. Independientemente si existe o no el pago, siempre hemos de darnos a los demás. No hay manera más linda de vivir y conocer la felicidad. Incluso, darnos a los demás en actividades de voluntariado o en la iglesia también puede ser una terapia muy buena para reconstruir a personas que han sufrido traumas, depresión, duelos o rupturas. También, darnos a los demás a través en voluntariado bajo estructuras formales como las de algunas ONGs como la Cruz Roja o alguna denominación bien organizada de la Iglesia Cristiana, puede servirnos a fortalecer el propio liderazgo pues se aprende a someterse a una instancia superior. Los mejores líderes, líderes con humanidad, saben y practican estar bajo una autoridad superior.


En fin, el servir a los demás tiene innumerables beneficios. Los sentimientos que genera llevan a sentimientos de plenitud, gozo y paz interior, de esa que perdura pon largos ratos. Servir y darse a los demás está allí para todos, solo tenemos que tomar la decisión. Siempre he pensado que las mejoras cosas de la vida no cuestan nada, Dios las tiene para todos, esta es una de ellas.



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