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La autoestima, el nivel de consciencia y la sociedad de consumo

Actualizado: hace 2 días

La sociedad de consumo es incentivada, movida o estimulada por la publicidad masiva a través de medios tradicionales y hoy con mayor presencia en redes sociales. Esta sociedad ha influenciado mucho en la forma como nos autovaloramos. Ha promovido unos estándares de valoración de felicidad o éxito personal muy ligado a la cantidad de consumo que podamos realizar. Así también nos lo enseñan en los primeros cursos sobre teoría microeconómica en la que la felicidad depende de la cantidad consumida.


Yo soy economista y me tocó estudiar mucho para pasar mis cursos de microeconomía, la teoría pudo ser interesante para entender ciertos aspectos de la toma de decisiones del consumidor y productor, pero ligar la felicidad a la cantidad consumida hoy lo considero bastante limitado e imprudente.



Esta teoría y forma de entender el entorno se impulsó desde que Adam Smith, filósofo y economista inglés, a inicios de la revolución industrial hizo una buena interpretación de lo que observaba en su entorno y lo plasmó en la obra clásica de economía titulada La Riqueza de las Naciones. Desde entonces hasta ahora las cosas han cambiado en alguna medida y el conocimiento respecto al comportamiento y necesidades humanas también ha avanzado, gracias a la ciencia, a Dios y a la curiosidad humana.


Hoy por hoy, es importante que tengamos varios temas claros. Primero, dice la teoría que el consumo puede generar felicidad o bienestar creciente hasta cierto punto, después de este punto el beneficio marginal de consumir es decreciente hasta llegar al punto que consumir más incomoda o estorba. Segundo, para las personas con un nivel de consciencia orientado al poder o al éxito en los negocios es más aplicable esta teoría de consumo y felicidad que a personas con un nivel de consciencia orientado al medio ambiente, ecología o al futuro de la humanidad.


Tercero, a pesar que la teoría económica indica lo expuesto arriba y existen personas con diferentes niveles de consciencia (aunque prima la consciencia de poder y la de éxito) el bombardeo publicitario, los estilos de vida idealizados y la cantidad casi infinita de bienes que no podemos consumir, así sea que podemos comprarlos, puede generar vacíos y frustraciones en muchas personas que han adaptado como propios los estándares de autovaloración que trata de imponer la sociedad de consumo.


Es imposible realizar una autovaloración sana cuando el estándar nunca puede ser satisfecho. Es decir, nunca se podría tener o consumir todo lo que se ofrece en la publicidad de hoy, siempre será posible consumir más. Estos estándares no ayudan a que las personas se sientan bien consigo mismas, las personas más maduras tienen mejores argumentos para no dejarse llevar por esta tendencia, pero los jóvenes son más susceptibles por la necesidad de aceptación que pueden tener en la adolescencia y los primeros años después de ella.


Algunas personas nunca superan estos estándares y no reconocen donde están ni cual es la salida. Son los damnificados por haber aceptado valores o principios que rigen su vida que nunca podrán ser satisfechos, o peor aún, son valores que los tienen persiguiendo los fantasmas de la felicidad que nunca se van a dejar ver. Por ese medio es imposible.


Toda esta situación lleva a que la autoestima de muchos sufra constantemente y ésta sea un limitante para poder reconfigurar su vida y alcanzar un potencial de desarrollo verdadero con un propósito bien fundamentado. Sí es una lástima que la sociedad de consumo busque estos comportamientos, pero ellos están haciendo su trabajo y negocio, la pregunta sería: ¿Estamos haciendo el nuestro? Dicen: "camarón que se duerme se lo lleva la corriente".


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